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El pontífice advirtió del riesgo de una vida espiritual superficial «en una época de hiperconectividad» en la que resulta cada vez más «difícil experimentar el silencio y la soledad», subrayando que sin un encuentro con Dios «ni siquiera podemos conocernos realmente a nosotros mismos». / Crédito: Medios del Vaticano
Ciudad del Vaticano, 24 de junio de 2025 / 16:37 pm (CNA).
El 24 de junio, el Papa León XIV instó a cientos de seminaristas de todo el mundo a dar testimonio de la «bondad» y la «misericordia» de Cristo en un «mundo en el que a menudo prevalecen la ingratitud y la sed de poder».
También pide que los centros de formación para futuros sacerdotes sean «una escuela de afectividad» que les enseñe a amar como lo hizo Jesús.
«El seminario, cualquiera que sea su forma, debe ser una escuela de afectividad. Hoy, en particular, en un contexto social y cultural marcado por el conflicto y el narcisismo, tenemos que aprender a amar y hacerlo como Jesús», declaró el pontífice el 24 de junio en la catequesis que dio durante su primer encuentro oficial con seminaristas de los cinco continentes.
Al entrar en la Basílica de San Pedro, donde tuvo lugar el encuentro como parte del Jubileo de seminaristas, obispos y sacerdotes, el Papa fue recibido con aplausos entusiastas, y su discurso fue interrumpido varias veces por los seminaristas cantando «¡Papa León!».
Incluso pronunció algunas palabras espontáneamente en español durante el encuentro con los futuros sacerdotes, que viajaron a Roma esta semana para participar en el Año Jubilar 2025.
«Diré también unas palabras en español. Gracias por haber aceptado con valentía la invitación del Señor a seguir siendo discípulo, a ser valiente, a entrar en el seminario. Y no tengas miedo», dijo.
El Santo Padre exhortó a los seminaristas a abrazar «los sentimientos de Cristo, a crecer en la madurez humana, especialmente afectiva y relacional», y a rechazar «todas las máscaras y la hipocresía».
No ocultes tus limitaciones
«Con nuestra mirada fija en Jesús, también debemos aprender a dar un nombre y una voz a la tristeza, el miedo, la angustia y la indignación, trayéndolo todo a nuestra relación con Dios. Las crisis, las limitaciones y las debilidades no deben ocultarse, sino que son ocasiones de gracia y experiencia pascual», aconsejó.
El Papa dijo a los seminaristas que el centro de todo camino de discernimiento debe ser el corazón, aunque a veces «puede ser aterrador, porque también hay heridas allí».
«No tengan miedo de cuidarlos, permítanse ser ayudados, porque precisamente de estas heridas nacerá la capacidad de estar cerca de quienes sufren. Sin una vida interior, una vida espiritual no es posible, porque Dios nos habla precisamente allí, en el corazón», subrayó.
El pontífice dijo que, al igual que Cristo amó con un corazón humano, los sacerdotes «están llamados a amar con el corazón de Cristo», señalando que el camino hacia esta configuración con Jesús implica cultivar la interioridad, la oración y el discernimiento.
A este respecto, subrayó que deben «aprender a reconocer los movimientos del corazón».
«No solo las emociones rápidas e inmediatas características de los jóvenes, sino sobre todo sus sentimientos, que le ayudan a descubrir la dirección de su vida. Si aprendes a conocer tu corazón, serás cada vez más auténtico y ya no necesitarás usar máscaras», añadió.
También dejó claro que el camino privilegiado hacia la interioridad es la «oración».
El pontífice advirtió del riesgo de una vida espiritual superficial «en una época de hiperconectividad» en la que resulta cada vez más «difícil experimentar el silencio y la soledad», subrayando que sin un encuentro con Dios «ni siquiera podemos conocernos realmente a nosotros mismos».
El grito de los pobres y oprimidos
El Santo Padre también pidió a los seminaristas que escucharan, como hizo Jesús, «el grito a menudo silencioso de los pequeños, los pobres y los oprimidos, y de tantos —especialmente los jóvenes— que buscan sentido en sus vidas».
«Nada de ustedes debe ser descartado, sino que todo debe ser abrazado y transformado en la lógica del grano de trigo, para que puedan convertirse en personas y sacerdotes felices, puentes, no obstáculos, para el encuentro con Cristo de aquellos que se acercan a ustedes».
También reconoció que hoy en día, participar en «la fascinante aventura de la vocación sacerdotal» «no es nada fácil» y elogió su decisión de «convertirse en heraldos gentiles y fuertes de la Palabra que salva, servidores de una Iglesia abierta y con un alcance misionero».
Testigos de esperanza
«La sabiduría de la Madre Iglesia siempre busca las formas más adecuadas para la formación de los ministros ordenados», señaló el Papa, pero subrayó que esta misión no puede cumplirse sin la participación activa de los propios seminaristas.
«Hoy no sois solo peregrinos, sino testigos de esperanza», les dijo, animándoles a dejarse moldear por el Espíritu Santo y a practicar un estilo de vida marcado por la «gratitud, la ternura y la misericordia».
En varias ocasiones, León XIV tomó la imagen del corazón de Jesús como símbolo del sacerdocio según Dios y citó a este respecto la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit Nos: «El corazón de Cristo está animado por una inmensa compasión: Es el buen samaritano de la humanidad».
El Papa León concluyó señalando que los seminaristas deben aprender a «alimentar» al pueblo de Dios, no solo con palabras, sino también con la dedicación de sus propias vidas.
Esta historia fue publicado por primera vez por ACI Prensa, socio de noticias en español de CNA. Ha sido traducido y adaptado por CNA.
