Estudio de la Biblia: Mateo 22:14 – «Muchos son llamados, pocos son elegidos»




¿Qué significa «muchos son llamados, pocos son elegidos» en la Biblia?

En el Evangelio de Mateo encontramos las palabras profundas y desafiantes de nuestro Señor: «Muchos son llamados, pero pocos son elegidos» (Mateo 22:14). Esta frase concluye la parábola de la fiesta nupcial, una parábola que nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestra respuesta a la generosa invitación de Dios al Reino de los Cielos.

En la parábola, un rey prepara un banquete de bodas para su hijo y envía a sus sirvientes para invitar a los invitados. Inicialmente, los invitados se niegan a venir, algunos incluso maltratan y matan a los sirvientes. El rey luego extiende la invitación a todos los que sus sirvientes pueden encontrar, tanto buenos como malos, llenando el salón del banquete. Sin embargo, cuando el rey entra a ver a los invitados, encuentra a un hombre que no lleva ropa de boda y le ordena que sea arrojado a la oscuridad. 

Esta parábola nos enseña varias lecciones importantes:

  1. La invitación universal de Dios:La invitación del rey representa el llamamiento de Dios a toda la humanidad para que entre en el Reino de los Cielos. Esta llamada se extiende a todos sin excepción, mostrando la generosidad ilimitada del amor y la misericordia de Dios.
  2. Respuesta humana:Las variadas respuestas a la invitación del rey ilustran cómo reaccionan las personas a la llamada de Dios. Algunos lo ignoran, otros lo rechazan abiertamente, mientras que algunos lo aceptan pero no lo toman en serio.
  3. Preparación y Preparación:La ropa de boda simboliza la justicia y la nueva vida que estamos llamados a abrazar como seguidores de Cristo. El hombre sin ropa de boda representa a aquellos que responden a la llamada de Dios pero no se preparan adecuadamente viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios.
  4. Juicio divino:La inspección de los invitados por parte del rey y la expulsión del huésped no preparado nos recuerdan que la entrada en el Reino de los Cielos requiere algo más que una respuesta positiva inicial; requiere una vida transformada por la gracia y comprometida con las enseñanzas de Cristo.

La frase «Muchos son llamados, pero pocos son elegidos» subraya la realidad de que, si bien la llamada de Dios se extiende a todos, ser elegido requiere una respuesta incondicional y una verdadera transformación. Es un llamado a vivir nuestra fe con integridad, humildad y amor, reconociendo que nuestra participación en el banquete divino es tanto un regalo como una responsabilidad.

Al reflexionar sobre estas palabras de Jesús, preguntémonos cómo estamos respondiendo a la llamada de Dios. ¿Nos estamos preparando con las «vestimentas de boda» de justicia y santidad? ¿Estamos viviendo nuestra fe de una manera que refleje nuestro compromiso con Cristo y sus enseñanzas? Abracemos la invitación con alegría y seriedad, sabiendo que por la gracia de Dios podemos estar entre los elegidos.

Resumen:

  • La frase concluye la parábola de la fiesta de bodas (Mateo 22:14).
  • Representa el llamamiento universal de Dios a toda la humanidad para que entre en el Reino de los Cielos.
  • Las diversas respuestas ponen de relieve la importancia de la preparación y la transformación genuina.
  • Enfatiza vivir nuestra fe con integridad, humildad y amor.

¿Cómo interpretan los teólogos la frase «muchos son llamados, pocos son elegidos»?

La frase «muchos se llaman, pero pocos se eligen» ha suscitado una profunda reflexión y diversas interpretaciones entre los teólogos. Esta exploración nos ayuda a comprender la interacción entre la gracia divina y la respuesta humana en el camino de la fe.

1. Soberanía Divina y Gracia:

Algunos teólogos, en particular de la tradición reformada, hacen hincapié en la soberanía y la gracia de Dios. Sugieren que, si bien el llamado de Dios a la salvación se extiende a muchos, solo unos pocos son elegidos de acuerdo con su voluntad divina. Este punto de vista pone de relieve el misterio de la gracia de Dios y la realidad de que nuestra salvación es, en última instancia, un regalo de Dios, no algo que podamos ganar.

2. Libre albedrío y responsabilidad humana:

Otros teólogos enfatizan el papel del libre albedrío y la responsabilidad humana. Sostienen que la llamada de Dios es verdaderamente universal y que ser elegido depende de cómo respondan las personas a esta llamada. Esta interpretación hace hincapié en la necesidad del arrepentimiento, la fe y el compromiso de vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Nos llama a participar activamente en nuestra salvación a través de nuestras elecciones y acciones.

3. La Iglesia y los Sacramentos:

En la teología católica, la frase a menudo se entiende dentro del contexto de la Iglesia y los sacramentos. La Iglesia enseña que a través de los sacramentos, particularmente el bautismo, todos están llamados a ser parte del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, ser elegido implica un compromiso más profundo de vivir la gracia sacramental recibida. Implica la conversión continua y la fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia.

4. Conversión continua y santidad:

Los teólogos contemporáneos a menudo enfatizan la necesidad de una conversión y santidad continuas. Ven la frase como un llamado a la transformación en curso, donde ser elegido no es un evento de una sola vez, sino un viaje de por vida para acercarse a Dios. Esta perspectiva resuena con las enseñanzas del Papa Francisco, quien con frecuencia habla sobre la importancia de una fe dinámica y viva, caracterizada por la misericordia, la compasión y el compromiso con la justicia.

En todas estas interpretaciones surge un hilo común: la llamada a responder a la invitación de Dios con un corazón sincero y transformado. Nos recuerda que, si bien la gracia de Dios se concede libremente, nuestra respuesta a esa gracia debe ser una de fe y compromiso activos.

Al reflexionar sobre esta frase, seamos conscientes de cómo estamos viviendo nuestro llamado a ser discípulos de Cristo. ¿Estamos abrazando la gracia de Dios y permitiéndole transformar nuestras vidas? ¿Estamos comprometidos con el camino de la conversión continua y la santidad? Busquemos estar entre aquellos que no solo son llamados sino también elegidos, viviendo nuestra fe con integridad y amor.

Resumen:

  • Los teólogos ofrecen interpretaciones variadas, enfatizando la gracia divina y la respuesta humana.
  • Algunos destacan la soberanía de Dios y el misterio de la gracia.
  • Otros se centran en el libre albedrío humano y la necesidad del arrepentimiento y la fe.
  • Los puntos de vista contemporáneos enfatizan la conversión continua y la santidad.

¿Qué significa ser «llamado» según la Biblia?

En la Biblia, ser «llamado» significa una invitación de Dios a entablar una relación con Él y a participar en su misión divina. Este concepto está muy tejido en toda la Escritura, destacando tanto la universalidad de la llamada de Dios como la respuesta personal que requiere.

1. Llamado Universal a la Salvación:

La Biblia revela que el llamado de Dios a la salvación se extiende a toda la humanidad. En el Antiguo Testamento, los profetas a menudo hablaban del llamado de Dios a su pueblo, invitándolos a regresar a él y vivir de acuerdo con su pacto. Isaías 55:1-3, por ejemplo, es una hermosa invitación de Dios para venir y recibir Sus bendiciones libremente. En el Nuevo Testamento, Jesús extiende este llamado a través de Sus enseñanzas y parábolas, enfatizando que el Reino de los Cielos está abierto a todos los que responden con fe.

2. Llamado personal al discipulado:

Ser llamado también tiene una dimensión personal. La llamada de Jesús a sus discípulos es un buen ejemplo de ello. Cuando Jesús llamó a Pedro, Andrés, Santiago y Juan, los invitó a dejar sus vidas anteriores y seguirlo (Mateo 4:18-22). Este llamado al discipulado no era simplemente una invitación a seguir un conjunto de enseñanzas, sino a entrar en una relación personal con Jesús, a aprender de Él y a ser transformados por Su amor.

3. Llamado a la Santidad y Misión:

El llamado de Dios incluye una invitación a la santidad y la participación en su misión. En las Epístolas, Pablo habla con frecuencia de ser llamado a la santidad. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 4:7, Pablo escribe: «Porque Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad». Esta llamada a la santidad es una llamada a vivir de una manera digna del Reino de Dios, reflejando su amor y gracia en nuestras vidas.

4. Llamado a servir y amar:

Ser llamado también significa ser invitado a servir a los demás y a vivir el amor de Cristo. En la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), Jesús ilustra que nuestro llamado incluye amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y actuar con compasión y misericordia. Esta llamada al servicio es un aspecto esencial de la vida cristiana, ya que estamos llamados a ser instrumentos del amor de Dios en el mundo.

En esencia, ser «llamado» en el sentido bíblico es recibir una invitación de Dios que abarque la salvación, el discipulado, la santidad y el servicio. Es un llamado a entrar en una relación transformadora con Dios y a participar en Su obra redentora en el mundo.

Al considerar nuestra propia llamada, reflexionemos sobre cómo estamos respondiendo a la invitación de Dios. ¿Estamos abrazando la plenitud de este llamado en nuestras vidas, esforzándonos por vivir en santidad y sirviendo a los demás con amor? Tratemos de responder a la llamada de Dios con el corazón abierto, permitiendo que su gracia nos transforme y nos guíe en su misión.

Resumen:

  • Ser «llamado» significa la invitación de Dios a una relación y su misión.
  • Incluye un llamado universal a la salvación y un llamado personal al discipulado.
  • Implica un llamado a la santidad, que refleja el amor y la gracia de Dios.
  • Engloba un llamado a servir a los demás y a vivir el amor de Cristo.

¿Qué significa ser «elegido» según la Biblia?

Ser «elegido» en la Biblia se refiere a ser seleccionado por Dios para un propósito, misión o relación específicos. Este concepto está arraigado en la soberanía y la gracia de Dios y tiene implicaciones significativas para quienes son elegidos.

1. Elegido por Grace:

En toda la Escritura, la idea de ser elegido está estrechamente vinculada a la gracia de Dios. En el Antiguo Testamento, Israel se describe como el pueblo elegido de Dios, no por sus propios méritos, sino por el amor y la promesa de Dios (Deuteronomio 7:6-8). Esta elección por gracia es un tema fundamental, haciendo hincapié en que la elección de Dios es un acto de amor y favor divinos.

2. Elegido para la Misión:

Ser elegido a menudo implica ser apartado para una misión o propósito particular. En el Nuevo Testamento, los apóstoles fueron elegidos por Jesús para ser Sus seguidores más cercanos y llevar a cabo Su misión (Juan 15:16). Esta elección implicó un llamado a testificar, a predicar el Evangelio y a servir a otros en el nombre.

de Cristo. Los elegidos no son solo receptores del favor de Dios, sino también participantes en su plan redentor.

3. Elegido por Santidad:

El llamado a ser elegido incluye un llamado a la santidad y la santificación. Pablo escribe a los Efesios: «Nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que seamos santos e irreprensibles delante de Él» (Efesios 1:4). Este versículo pone de relieve que ser elegido implica una transformación a la semejanza de Cristo, vivir una vida que refleje la santidad y la justicia de Dios.

4. Elegido para la comunidad:

Ser elegido también coloca a los individuos dentro de una comunidad de creyentes. Pedro escribe: «Pero vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para su propia posesión» (1 Pedro 2:9). Este aspecto colectivo de ser elegido subraya que la selección de Dios lleva a las personas a una identidad comunitaria con el propósito compartido de declarar sus alabanzas y vivir los valores de su Reino.

5. Elegido en medio de desafíos:

La narrativa bíblica también muestra que ser elegido no exime a uno de las pruebas y desafíos. José, elegido por Dios para salvar a su familia y a muchos otros, soportó grandes sufrimientos antes de cumplir su propósito (Génesis 37-50). De manera similar, los apóstoles enfrentaron persecución y martirio. Ser elegido a menudo implica un camino marcado tanto por el propósito divino como por las dificultades humanas.

Ser elegido, por lo tanto, es una experiencia profunda y humillante. Es un llamado a abrazar la gracia de Dios, a participar en su misión, a buscar la santidad, a unirse a una comunidad de fe y a soportar fielmente los desafíos que conlleva esta selección divina.

Al reflexionar sobre lo que significa ser elegido, consideremos cómo estamos viviendo este llamado en nuestras propias vidas. ¿Estamos abrazando la gracia, la misión, la santidad, la comunidad y la perseverancia que implica ser elegido? Tratemos de vivir como el pueblo elegido de Dios, fieles a su propósito y transformados por su amor.

Resumen:

  • Ser elegido implica ser seleccionado por Dios para un propósito o relación específica.
  • Es un acto de gracia divina, no basado en el mérito humano.
  • Incluye un llamado a la misión, la santidad y la participación en el plan redentor de Dios.
  • Coloca a las personas dentro de una comunidad de creyentes y, a menudo, implica desafíos duraderos.

¿Cómo se relaciona el concepto de ser «elegido» con la gracia y la salvación de Dios?

El concepto de «elegido» está profundamente entrelazado con los temas de la gracia y la salvación de Dios, revelando las profundidades del amor y la misericordia de Dios. Destaca la relación dinámica entre la iniciativa divina y la respuesta humana en el camino de la fe.

1. Gracia como Fundación:

En el corazón de ser elegido está la gracia inmerecida de Dios. Efesios 2:8-9 nos recuerda: "Porque por gracia habéis sido salvos por la fe. Y esto no es obra tuya; es don de Dios, no fruto de obras, para que nadie se jacte». Esta gracia es el fundamento sobre el que se construye nuestra elección. Es la iniciativa de Dios, su amorosa llamada a nosotros, lo que nos lleva a una relación con Él. Somos elegidos no por nuestros méritos, sino por su infinito amor y misericordia.

2. La salvación como regalo:

La salvación se presenta en la Biblia como un don que proviene de la gracia de Dios. Ser elegido por Dios significa ser invitado a recibir este don de salvación. Romanos 8:29-30 habla de la obra predestinada de Dios: «A los que conoció de antemano, también predestinaba conformarse a la imagen de su Hijo... y a los que predestinaba, también llamó, y a los que llamó, también justificó, y a los que justificó, también glorificó». Este pasaje muestra la conexión perfecta entre ser elegido y el proceso de salvación, que culmina en la glorificación con Cristo.

3. Transformación a través de la gracia:

Ser elegido implica una transformación que es posible gracias a la gracia de Dios. En 2 Corintios 5:17, Pablo escribe: «Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. El viejo ha fallecido; he aquí, lo nuevo ha llegado». Esta transformación es a la vez un privilegio y una responsabilidad. Como personas escogidas, estamos llamados a vivir vidas que reflejen la gracia que hemos recibido, encarnando el amor, la compasión y la santidad de Dios.

4. Un llamado a la misión:

Nuestra elección también implica un llamado a la misión. Así como Jesús escogió a los apóstoles para llevar a cabo Su obra en la tierra, así también somos elegidos para ser Sus manos y pies en el mundo. Mateo 28:19-20, la Gran Comisión, extiende esta misión a todos los creyentes: «Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas... enseñándoles a observar todo lo que os he mandado». Ser elegido significa participar activamente en la misión redentora de Dios.

5. Aseguramiento y esperanza:

El concepto de ser elegido proporciona a los creyentes seguridad y esperanza. Saber que somos elegidos por Dios, amados y llamados por Él, nos da confianza en nuestra salvación. Nos tranquiliza de Su presencia constante y Su compromiso de llevar Su obra en nosotros a su finalización (Filipenses 1:6).

Al contemplar la relación entre ser elegidos, la gracia de Dios y la salvación, llenémonos de gratitud y de un compromiso renovado de vivir nuestra vocación con fidelidad y alegría. Abracemos con humildad el don de la salvación y permitamos que la gracia de Dios nos transforme, guiándonos en nuestra misión de compartir su amor con el mundo.

Resumen:

  • El ser elegido está arraigado en la gracia inmerecida de Dios.
  • La salvación es un don que emana de la gracia de Dios y de nuestra elección.
  • La transformación a través de la gracia es un aspecto clave de ser elegido.
  • Ser elegido implica un llamado a la misión y proporciona seguridad y esperanza.

¿Cuáles son algunos conceptos erróneos comunes sobre Mateo 22:14?

La frase «Muchos son llamados, pero pocos son elegidos» (Mateo 22:14) a menudo conduce a varios conceptos erróneos que pueden oscurecer su verdadero significado. Estos malentendidos pueden derivarse de interpretaciones culturales, teológicas y personales que no se ajustan al contexto bíblico más amplio ni a las intenciones de la enseñanza de Jesús.

1. Favoritismo divino:

Un error común es que la frase sugiere favoritismo divino, donde Dios elige arbitrariamente a algunos individuos para la salvación mientras excluye a otros. Esta interpretación puede llevar a creer que el amor y la invitación de Dios son limitados. Sin embargo, la parábola de la fiesta de bodas, donde aparece esta frase, ilustra el llamamiento inclusivo de Dios a toda la humanidad. La invitación del rey se extiende a todos, simbolizando el deseo de Dios de que todos formen parte de su Reino. La distinción entre los llamados y los elegidos pone de relieve la responsabilidad humana a la hora de responder a la invitación de Dios.

2. Predestinación sin Agencia Humana:

Otro concepto erróneo es que la frase apoya una visión determinista de la predestinación, donde el libre albedrío humano no juega ningún papel en la salvación. Algunos podrían interpretar que «pocos son elegidos» significa que solo se salvará un grupo predestinado, independientemente de sus acciones o elecciones. Sin embargo, la parábola enfatiza la importancia de la respuesta individual y la preparación. El hombre sin ropa de boda, que es expulsado, representa a aquellos que no viven su fe de manera auténtica y responsable.

3. Aceptación superficial:

Otro malentendido es la idea de que simplemente aceptar la invitación es suficiente para ser elegido. Este punto de vista pasa por alto la necesidad de una aceptación genuina y transformadora de la llamada de Dios. La vestidura de boda en la parábola simboliza la justicia y la nueva vida que los creyentes deben abrazar. Ser elegido implica algo más que una aceptación inicial; requiere un compromiso continuo y una vida que refleje los valores del Reino de los Cielos.

4. Exclusividad de la convocatoria:

Algunos creen que la llamada en sí es exclusiva, limitada a un grupo específico o personas elegidas. Sin embargo, la parábola subraya el carácter universal de la llamada de Dios. La invitación se extiende a «buenos y malos», indicando que todos están invitados a participar en el Reino de Dios. El desafío radica en cómo los individuos responden a este llamado, si se preparan adecuadamente para ser parte del banquete divino.

5. Mala interpretación de la preparación:

Finalmente, hay una idea errónea sobre lo que significa estar preparado o ser digno de la invitación. Algunos podrían interpretar la ropa de boda literalmente, perdiendo el significado simbólico. El vestido de boda representa una vida transformada por la gracia de Dios, caracterizada por la justicia y la obediencia. No se trata de apariencias externas, sino de la transformación interna y el compromiso de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.

Comprender estos conceptos erróneos nos ayuda a comprender el verdadero mensaje de Jesús en Mateo 22:14. Nos llama a una respuesta sincera y sincera a la invitación universal de Dios, haciendo hincapié en la necesidad de una vida que refleje su gracia y justicia.

Resumen:

  • El concepto erróneo del favoritismo divino pasa por alto la llamada universal de Dios.
  • La predestinación sin agencia humana ignora la importancia de la respuesta individual.
  • La aceptación superficial descuida la necesidad del compromiso continuo y la transformación.
  • La creencia en la exclusividad de la llamada ignora la invitación universal.
  • La interpretación literal de la preparación pasa por alto el significado simbólico de la rectitud y la transformación interior.

¿Cómo interpretan las diferentes denominaciones cristianas la frase «muchos son llamados, pocos son elegidos»?

Las denominaciones cristianas ofrecen diversas interpretaciones de «Muchos son llamados, pero pocos son elegidos», lo que refleja sus marcos teológicos y su comprensión de la salvación, la gracia y la responsabilidad humana.

1. Interpretación Católica Romana:

La Iglesia Católica enseña que, si bien el llamado de Dios a la salvación es universal, ser elegido implica una respuesta personal a la gracia de Dios, a menudo mediada por los sacramentos. Los católicos creen que a través del bautismo, los individuos son iniciados en la comunidad cristiana y reciben la gracia santificante. Sin embargo, permanecer en un estado de gracia requiere una conversión continua y la adhesión a las enseñanzas de la Iglesia. La frase enfatiza la necesidad de vivir una vida de santidad y participar en la vida sacramental de la Iglesia.

2. Interpretación ortodoxa oriental:

La Iglesia Ortodoxa Oriental comparte similitudes con el catolicismo, enfatizando la sinergia entre la gracia divina y el libre albedrío humano. La ortodoxia enseña que la llamada de Dios se extiende a todos, pero ser elegido implica un proceso continuo de teosis, o llegar a ser más como Dios a través de la cooperación con su gracia. Este proceso es facilitado por la vida sacramental, la oración y las prácticas ascéticas. La frase subraya la importancia de la vigilancia espiritual y la búsqueda de la santidad.

3. Interpretaciones protestantes:

Dentro del protestantismo, las interpretaciones varían significativamente:

  • Tradición reformada (calvinismo):Los calvinistas interpretan la frase a través de la doctrina de la predestinación, donde Dios, en Su soberanía, ha elegido a los elegidos para la salvación. Esta elección no se basa en el mérito humano, sino únicamente en la voluntad de Dios. El llamado a la salvación se extiende ampliamente, pero solo los elegidos responden positivamente y finalmente son salvos.
  • Tradición arminiana:Los arminianos hacen hincapié en el libre albedrío humano y en el alcance universal de la llamada de Dios. Ellos creen que mientras Dios llama a todos a la salvación, los individuos deben elegir libremente aceptar este llamado. Ser elegido depende de la respuesta de uno a la gracia de Dios, destacando el papel de la responsabilidad humana en el proceso de salvación.
  • Tradiciones Evangélicas y Bautistas:Estas tradiciones a menudo enfatizan la conversión personal y una decisión por Cristo. Enseñan que muchos son llamados a través de la predicación del Evangelio, pero ser elegido implica la decisión de una persona de aceptar a Jesús como Salvador y Señor. Esta aceptación conduce a una vida transformada y al discipulado activo.

4. Interpretación anglicana:

La tradición anglicana ofrece una visión equilibrada, reconociendo tanto la soberanía de Dios como la responsabilidad humana. Los anglicanos afirman que Dios llama a todas las personas a la salvación, pero los individuos deben responder a través de la fe y la obediencia. La frase pone de relieve la seriedad del discipulado y la necesidad de una vida que refleje el compromiso de fe.

Todas estas interpretaciones subrayan la importancia de una respuesta sincera y comprometida a la llamada de Dios. La frase «Muchos son llamados, pero pocos son elegidos» desafía a los creyentes a examinar su propio camino de fe y asegurarse de que viven de acuerdo con la voluntad de Dios.

Resumen:

  • Las tradiciones católicas romanas y ortodoxas orientales enfatizan la sinergia entre la gracia y el libre albedrío, lo que requiere una conversión continua.
  • La tradición reformada se centra en la predestinación, con Dios eligiendo a los elegidos.
  • La tradición arminiana destaca el llamado universal y el libre albedrío humano.
  • Las tradiciones evangélicas y bautistas enfatizan la conversión personal y la decisión por Cristo.
  • La tradición anglicana equilibra la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.

¿Qué dicen los Padres de la Iglesia sobre el significado de Mateo 22:14?

San Juan Crisóstomo, en sus homilías sobre Mateo, nos recuerda que este dicho viene al final de la parábola de la fiesta de bodas. Explica que los «muchos» que son llamados se refieren a todos los invitados a participar en el reino de Dios, mientras que los «pocos» que son elegidos son los que responden de todo corazón a esa invitación (Cristóstomo, 2004). Crisóstomo subraya que el llamado de Dios va a todos, pero no todos lo aceptan ni están a la altura de sus exigencias. Escribe: «Porque el llamamiento fue de gracia; ¿Por qué entonces Él castiga? Porque incluso después del llamamiento y de un honor tan grande, seguían siendo malvados» (Chrysostom, 2004).

San Agustín, en sus reflexiones sobre la predestinación y la gracia, ve en este versículo un recordatorio de la misteriosa elección de Dios. Él enseña que si bien el llamado del evangelio va a muchos, es Dios quien finalmente elige y predestina a algunos para la salvación (Augustine, 2002). Sin embargo, Agustín tiene cuidado de afirmar la responsabilidad humana, escribiendo que aquellos que no son elegidos «perecen en contra de la voluntad de Dios, que no se puede decir que Dios haya hecho la muerte» (Augustine, 2002).

Orígenes ofrece una perspectiva interesante, sugiriendo que hay diferentes niveles de ser «llamado» y «elegido». Escribe que uno puede ser «llamado a ser apóstol», pero no necesariamente «elegido a ser apóstol», utilizando el ejemplo de Judas (Augustine, 1968). Esto nos recuerda el carácter permanente de nuestra respuesta a la llamada de Dios.

Los Padres de la Iglesia insisten constantemente tanto en la llamada universal de la gracia de Dios como en la necesidad de una respuesta humana. Advierten contra la presunción, recordándonos que ser «llamado» a través del bautismo o la pertenencia a la Iglesia no es una garantía de salvación final. Como dice San Cirilo de Alejandría: «No todos los israelitas pertenecen verdaderamente a Israel, sino que los hijos de la promesa se consideran descendientes» (Jerome, 2010).

En todo esto, queridos amigos, vemos una tensión entre la elección soberana de Dios y el libre albedrío humano. Los Padres no resuelven plenamente este misterio, pero nos llaman a confiar en la justicia y la misericordia de Dios, a responder generosamente a su llamado y a perseverar en la fe. Agradezcamos el llamado de Dios en nuestras vidas y esforcémonos por estar entre los «elegidos» a través de nuestra fiel respuesta a su gracia.

¿Cómo concilian los eruditos bíblicos el concepto de «muchos son llamados, pocos son elegidos» con la idea del amor universal de Dios y el deseo de que todos sean salvos?

Primero, debemos afirmar sin vacilar que Dios realmente desea la salvación de todas las personas. Como escribe san Pablo a Timoteo, Dios «desea que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4). Esta voluntad salvífica universal de Dios es una verdad fundamental de nuestra fe (Placher, 2015). El reto consiste en comprender cómo se relaciona esto con las palabras de Jesús sobre los «pocos» elegidos.

Muchos estudiosos enfatizan que la parábola de la fiesta de bodas, que concluye con este dicho, no pretende especificar el número de salvos versus condenados. Más bien, pone de relieve la importancia de responder a la invitación de Dios y vivir de acuerdo con ella (Cristóstomo, 2004). Los «elegidos» son aquellos que no solo escuchan el llamamiento, sino que actúan en consecuencia, vistiéndose con el manto de la justicia (Cristóstomo, 2004).

Algunos teólogos, como Karl Barth, han propuesto que en Cristo, todos han sido elegidos, lo sepan o no. Sin embargo, este punto de vista enfrenta desafíos bíblicos y lógicos (Bray, 2014). Es importante mantener tanto la oferta universal de salvación de Dios como la realidad de la libertad humana para aceptarla o rechazarla.

Otros estudiosos señalan que los conceptos de «llamar» y «elegir» en las Escrituras son complejos. Hay diferentes niveles de llamada y elección, desde la llamada general que va a todos, a las vocaciones específicas de los individuos, a la elección final de aquellos que perseveran en la fe (Augustine, 1968; Crisóstomo, 2004). Este entendimiento multifacético puede ayudarnos a ver que la llamada de Dios es realmente universal, aunque no todos respondan de la misma manera.

También debemos tener en cuenta el contexto pastoral de la enseñanza de Jesús. Sus palabras sobre los «pocos» elegidos pueden estar destinadas a desafiar la complacencia y alentar el esfuerzo sincero en la vida espiritual, en lugar de hacer una declaración definitiva sobre el número de salvos (Chrysostom, 2004).

En última instancia, queridos amigos, debemos mantener en tensión la verdad del amor universal de Dios y la realidad de la libertad humana. La gracia de Dios se ofrece a todos, pero no anula nuestro libre albedrío. Como enseña el Catecismo: «Para Dios, todos los momentos del tiempo están presentes en su inmediatez. Por lo tanto, cuando establece su plan eterno de «predestinación», incluye en él la libre respuesta de cada persona a su gracia» (CCC 600).

Confiemos en la inmensidad de la misericordia de Dios, a la vez que nos tomamos en serio nuestra responsabilidad de responder a su llamado. Que vivamos de tal manera que animemos a otros a reconocer y aceptar la invitación de Dios a la salvación. Y recordemos siempre que el juicio final pertenece solo a Dios, cuyo amor y sabiduría superan con creces nuestro entendimiento.

¿Qué papel juega el libre albedrío en el concepto de ser «llamado» y «elegido»?

Primero, debemos afirmar que el libre albedrío es un don precioso de Dios, una parte esencial de lo que significa ser creado a Su imagen. Como nos recuerda el Catecismo, «la libertad es el poder, arraigado en la razón y la voluntad, de actuar o no actuar, de hacer esto o aquello, y así llevar a cabo acciones deliberadas bajo la propia responsabilidad» (CCC 1731) (McBrien, 1994, n.d.). Esta libertad es fundamental para nuestra dignidad como personas humanas y para nuestra capacidad de amar a Dios y al prójimo.

En el contexto de ser «llamado» y «elegido», el libre albedrío desempeña un papel crucial. La llamada de Dios se dirige a todos: es universal e incondicional. Como vemos en la parábola de la fiesta de bodas, la invitación se extiende ampliamente (Bray, 2014; Placher, 2015). Pero nuestro libre albedrío entra en juego en la forma en que respondemos a ese llamado. ¿Aceptamos la invitación? ¿Nos ponemos la ropa de boda? ¿Vivimos de acuerdo a las demandas del evangelio?

Los Padres de la Iglesia, en su sabiduría, reconocieron esta interacción entre la gracia divina y la libertad humana. San Agustín, que reflexionó profundamente sobre estas cuestiones, insistió en que, si bien la gracia de Dios es necesaria para la salvación, no anula nuestro libre albedrío. Escribió: «El que os creó sin vosotros no os justificará sin vosotros» (Parsons, 2014). Nuestra cooperación con la gracia es esencial.

Al mismo tiempo, debemos tener cuidado de no caer en el error del pelagianismo, que enfatiza demasiado la capacidad humana a expensas de la gracia divina. Nuestro libre albedrío se ha visto debilitado por el pecado, y necesitamos constantemente la gracia de Dios para elegir el bien (Placher, 2015). Como nos recuerda san Pablo, «es Dios quien obra en vosotros, tanto para querer como para obrar por su buena voluntad» (Filipenses 2:13).

Ser «elegido», en el sentido bíblico, no se trata de que Dios seleccione arbitrariamente a unos y rechace a otros. Más bien, se refiere a aquellos que, por la gracia de Dios y su propia respuesta libre, perseveran en la fe y el amor (Bray, 2014). Nuestro libre albedrío desempeña un papel en este proceso de santificación, ya que elegimos continuamente cooperar con la gracia de Dios en nuestras vidas.

Queridos amigos, recordemos que nuestra libertad encuentra su máxima expresión no en hacer lo que queramos, sino en elegir libremente amar a Dios y seguir Su voluntad. Como san Agustín dijo bellamente, la verdadera libertad no es la capacidad de pecar, sino la bendita incapacidad de pecar que proviene de estar tan firmemente arraigada en el amor de Dios que ya no queremos alejarnos de Él (Historia de la Iglesia Cristiana Completa ocho volúmenes en uno, n.d.).

En nuestra vida cotidiana, ejercitemos nuestro libre albedrío respondiendo generosamente a la llamada de Dios. Escojamos, una y otra vez, ponernos el vestido de bodas de justicia, vivir según el evangelio, y amar a Dios y al prójimo. Y hagámoslo con humildad, siempre conscientes de nuestra necesidad de la gracia y la misericordia de Dios.

Que el Espíritu Santo nos guíe en el buen uso de nuestra libertad, para que seamos tanto «llamados» como «elegidos» en Cristo, para la gloria de Dios Padre. Amén.

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